lunes, 7 de junio de 2010

Vampiros De Pueblos Antiguos



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La alusión histórica más temprana a los vampiros la encontramos en los textos del filósofo romano Lucio Apuleyo. Su novela “El asno de oro” relata la vida de dos malvadas hermanas llamadas Panthia y Meroe, que bebieron la sangre de un personaje llamado Sócrates.

La figura del muerto-vivo que se alimenta de sangre forma parte de antiguas leyendas inglesas y danesas que se remontan al siglo XII. Fue a partir de la Ilustración cuando el apogeo de la Razón desprestigió tales supercherías, de manera que los relatos vampíricos fueron desapareciendo del contexto europeo.

Sin embargo, una vuelta al tema se dio gracias a las fábulas escritas por el padre benedictino Calmet, durante el siglo XVIII. Difundió leyendas sobre vampiros en su libro “Tratado sobre vampiros” -publicado en el año 1746- recogidas en pueblos de diferentes latitudes: ciudades austriacas, húngaras, polacas, serbias, prusianas, así como villas de Silesia, Moravia y Laponia.

El culto vampírico se registra en India. Kali Ma era una deidad cruel, dotada de cuatro extremidades y largos cabellos. Los pueblos indios le ofrecían víctimas humanas en sacrificio, para colmar su sed y captar su benevolencia.

En la península hispánica también existieron historias de este tipo. Las guajonas cantábricas, ls guaxas asturianas, o las meigas gallegas eran criaturas que utilizaban un único colmillo para sorber la sangre de sus víctimas, que generalmente eran infantes.

También en la región mesopotámica se adoraban deidades llamadas Maskin y Utuhu, de aspecto semejante al de los vampiros. Ellas eran las responsables de la proliferación de pestes y demás enfermedades mortales.

Los chinos, en la Antigüedad, creían que las personas pecadoras, después de muertas, se transformaban en malvados vampiros. Por este motivo, cuando algún criminal moría, se le seccionaban todos los órganos. En la Roma clásica se creía en la existencia de “larvae”, fantasmas de aspecto cadavérico que revivían -por no haber expiado sus pecados adecuadamente- para vengarse de los vivos succionándole la sangre.

En el Egipto Antiguo existieron dioses-vampiros como el célebre Srun, con cuerpo de lobo y amplios colmillos. Y los fenicios creían que los altos índices de defunción infantil eran causados por las agresiones de Lilitu, un fantasma vagabundo que prefería alimentarse con sangre de niño.

Por último, los mapuches sudamericanos rendían culto a una criatura vampírica a quien bautizaron “Pihuychen”, responsable de agredir animales y seres humanos. Además, los atemorizaba la presencia de una especie de lagarto (un vampiro acuático) al que llamaban Trelke-wekufe.


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