miércoles, 31 de diciembre de 2008





FELIZ 2009!!!
MIS QUERIDOS VAMPIROS QUE VISITAN ESTE LUGAR!!

martes, 28 de octubre de 2008

CREPÚSCULO ROJO - H. Pascal




"Si las metáforas son las perversiones del lenguajes, entonces las perversiones son las metáforas del amor." Karl Kraus


—No puedo.
—Claro que sí.
—Te advierto que no puedo. No estoy en días propicios.
El pasó la lengua por sus labios. Ella miró ese gesto no como un signo de gula, sino como una mueca en que se evidenciaba, una vez más, deliciosamente, su inmadurez.
—Además no quiero. Luego sueño feo.
—Los sueños son sólo un camino hacia el deseo.
El acercó su mano hacia la cintura de ella. El umbral de la puerta estaba iluminado por un cielo rojo, un extraño resplandor de media noche.
Ella deshizo el conato de abrazo.
—Sí puedes. Y sí quieres.
Era el cabello rojo de ella que cubría toda la noche, toda la percepción de él. Todo su gusto exacerbado. Sus colmillos retráctiles estaban a punto de saltar. Pero se contuvo. Dominó el salto del vampiro. La necesitaba a ella, olía su sangre a través de la falda, a través de las sombras rojizas de la noche.
—Sí quiero, pero no puedo. Te lo juro.
—No jures en vano.
Volvió a acercar sus manos hacia el talle femenino. No hubo resistencia, a pesar de que lo eludía, pues abrió el umbral de su casa para dejarlo pasar.
—Aquí abajo no. Vamos a mi alcoba.
Era una diosa terrible cuando subía aquellas escaleras oblongadas. Una diosa arribando lentamente al cielo oscuro del deseo. Una doncella de otros tiempos a punto de perder la virginidad, otra vez.
Atravesaron el pasillo de hierro. Atravesaron la mente del universo, el camino hacia un quart a punto de estallar cuando entraron a la recámara iluminada por neones de colores. Atravesaron el tacto de Dios cuando finalmente se abrazaron. Ella traía la blusa azul. La blusa que como un mar en retirada fue deshaciéndose en un extenso escote a medida que se desprendían los botones. Una ola que se dilataba y se contraía como un ciclón que se deshace para dejar paso al festejo de la creación. El reino de la carne blanca ante los ojos de él.
—Déjame tocarte.
—Abre tu boca.
—Déjame verte más.
—Abre tus sentidos, abre tu tacto, desenvuelve tu toque de chaman, distiende tu lengua de bardo, despliega las velas de tu vida. Déjame mostrarte otro camino hacia el vacío.
La camisa blanca, los jeans, la lengua de los tenis, las agujetas de la conciencia se desprendieron. Cayó de rodillas ante ella. Tomó desde abajo los senos pequeños mientras miraba hacia el elevado altar de su hermoso rostro, de su sonrisa, de su cabello rojo. Fue bajando el beso de sus dedos por el pecho, por el abdomen y el talle hasta llegar a la falda. Acarició la piel de la pelvis a través de la tela, bajando más y más, sin dejar de mirarla, sin dejar de sentir su aliento rojo sobre él. Las manos penetraron por debajo de la falda para hallar la pequeña pantaleta y la jalaron, lentamente. Los ojos siguieron el movimiento de los párpados de ella, entornándose; los oídos escucharon el leve sonido de la toalla íntima al desprenderse de la tela.
—No, no; así no—, dijo ella, cuando él retiró la toallita humedecida de rojo y comenzó a alzar la falda empujando con su rostro, oliendo la sangre, el tejido casi vivo que se desprendía suavemente de aquel nudo de nervios, fuente de desconciertos que la atravesaba entre las piernas.
—Sí, así sí...
Ella intentó retirar ese rostro hambriento que buscaba sumergirse en su interior, y jaló suavemente sus cabellos. Pero no pudo, no quiso ser capaz. No deseaba contener el toque de esa respiración anhelante, la brecha que abría en su alma esa búsqueda inefable.
La lengua en busca de la sal. El goce en busca del deseo. La vida en busca de la muerte. La muerte en busca del placer. La lengua en busca de una gota de carne, de una gruta enrojecida, de un manantial de fluidos imprecisos.
Ella respingó hacia atrás. Ella sintió cómo se rasgaba de lascivia; ella sintió la mórbida vía láctea que reventaba lentamente en su interior.
—No, así no.
—Así sí...
Cada vez más profundamente, cada vez más sangre, más fluidos, más células, más savia primordial en busca de la caricia de gato salvaje que la engullía, más fuego líquido para llenar el hambre de esa lengua hecha de conflagraciones, más zumo de fervoroso amor para ahogar la idolatría del santo idiota arrodillado a sus pies.
El ascenso hacia el cielo obsceno del deseo, el descenso al mar luminoso de la desesperación.
La caída incesante. La vida dilatada en un grito, la muerte comprimida en un suspiro final.
Cuando se desmayó, él la tenía férreamente sostenida por la cadera, aprisionando sus glúteos con las palmas, clavando las uñas en su cintura.
Los colmillos retráctiles habían saltado como dos estacas de marfil perfecto. Los ojos habían nutrido su color con la sangre, con los tejidos, con el sentido de la realidad única. Con la delicia de la nutrición profunda, espiritual, libertina, incompleta, favorable, envenenada, propicia.
Se levantó tomando el cuerpo de ella entre sus brazos. La tendió en la cama y miró su figura entre penumbras. El torso desnudo. El cabello revuelto. La piel más pálida que nunca. Los ojos cerrados. La respiración de una diosa dormida. Los senos amodorrados. La falda alzada. El pubis abierto, los muslos con tatuajes incoherentes, hilos de sangre, hebras de fluidos rojos, trazos de tejido viviente, dibujos dadaístas, jeroglíficos que relataban el instante de una vida, glosolalias que cifraban su mensaje en la satisfacción.
La dejó así. Observándola mientras se vestía.
Cuando salió, la media noche le parecía más roja que nunca.
Miró hacia el parque. Nada lo observaba.
Se acercó para estar seguro de que sólo sonreía. De que en sus ojos no había otra cosa que una estúpida burla.
—Eso no cuenta—, dijo Nada.
—¿Qué?
—El mole de horqueta no cuenta.
—No te entiendo.
—Bebiste sólo endometrio. Comiste licuado de células, líquido de matriz. Eso no es sangre. Ergo, no cuenta.
El recuerdo de la madriza. Las ganas de repetir los chingadazos. La evocación instantánea de sus labios, de su sangre. El asco.
Escupió sobre Nada. La saliva aún rojiza escurrió por su rostro como una amiba derretida.
Nada suspiró.
Nadie le dio la espalda para internarse en la noche, en el crepúsculo rojo de sus propios pensamientos.

Merlina Y el diablito - Gerardo Sifuentes




El aire se corrompía conforme se acercaban.
Ella lo guiaba lentamente por callejones formados con cajas de madera delgada, rastros de verduras amargas desechaban sus vapores sobre el suelo. Y la mugre que se adhería a sus botas eran vestigios de extrañas sensaciones humanas, lágrimas y sudores que delataban la condición humana.
El viento en contra hizo que la esencia acaramelada de la sangre de Merlina lo enloqueciera, olvidando el entorno. Pensó en su nariz pecosa, en sus ojos avellanados, la figura delgadísima de muñeca que lo tomaba de la mano para guiarle por aquel laberinto.
Se llamaba Luz, pero él prefería llamarla Merlina.

La había encontrado en una lavandería, con esa mirada que delataba una inteligencia por encima del promedio, pero sobretodo, un ansia por salirse, por dejarse llevar.
«¿Se te ofrece algo?», aquella vocecita lo había embrujado.
Al aparecerse ella sobre el mostrador Sariel pensó en un delicioso acto de guiñol, de esos que no veía en mucho tiempo. A sus siete años Merlina era un santuario incorruptible en medio del caos de la ciudad, quizás el último trazo de inocencia que era lo que orillaba a Sariel a protegerla, y a dejarla ser.
No la había raptado, ella misma sabía que tenía que abandonar su hogar en aquel momento. Un par de juguetes, cepillo de dientes y un oso de peluche mugroso que asomaba por la mochila que colgaba de su espalda, equipaje suficiente.
Ella sabía que Sariel era inmortal. Desde el primer momento supo que no estaba vivo.
Merlina le decía cuando había peligro, le advertía sobre el reflejo de luna y ocasionalmente le ayudaba a encontrar a alguna persona «especial». Nunca había visto a Sariel entenderse con esas personas, jamás se lo permitía. Lo curioso era que nunca más volvía a ver a esas personas, sólo en ocasiones asomaban por la mente y sueños de Sariel.
Le gustaba la palidez de él, casi del mismo tono que la suya. Su rostro afilado, sus manos, sus dientes. Hacían una pareja perfecta. Lo cuidaba de día, le narraba historias para alimentar sus sueños, le hablaba del futuro, de los demonios que se apoderaban de él y de sus visiones.
Por la noche eran un par de extraños amantes paseando por los parques. Él la empujaba en el columpio, en ese péndulo que marcaba el ritmo de la extraña infancia de Merlina. Sariel le contaba historias de otras tierras y otros tiempos, de almas que vagaban por la ciudad en busca de compañía, cuentos de sangre y rímel negro.
Merlina era especial en muchas formas, era la única cuyos sueños no podían ser leídos por Sariel. Y él se extrañaba por eso. Sus centurias vagando le habían hecho ver distintas perspectivas del mundo mortal. Aquellas personas que guardaban con celo sus sueños eran más propensas a ser amadas.
Una noche le había dicho que en realidad ella era una bruja. Y Merlina se alegró mucho con la noticia.

Aquella tarde Sariel despertó con la insistencia de ella.
Arrastraba las botas, Merlina se aferraba a su deshilachada chamarra de mezclilla, llevándolo por calles que habían perdido su nombre .
En su interior Sariel sabía que se trataba de una prueba de creencia.
Así que llegaron al mercado, vacío, lleno de focos amarillentos que semejaban estrellas en decadencia.
San Martín Caballero observaba con compasión desde su montura a un mendigo. El cromo se perdía entre una hilera de cabezas de ajos, herraduras y barajas de lotería, todo con un fondo de terciopelo rojo y lentejuelas metálicas que hacían un baño de sangre artificial. Unas pequeñas plantas de sávila, verdes, lechosas, guardaban cada esquina del local saturado de fetiches.
Las ranas secas bailaron con las ráfagas fugaces de viento.
Una anciana, arrugada y casi ciega, entonaba una antigua canción de cuna.
«Señora Santa Ana, ¿por qué llora el niño?»
«Por una manzana que se le ha perdido», pensó Merlina completando la canción, sin meditar que nunca la había escuchado antes en su vida.
Las veladoras en honor a la Virgen de Guadalupe se apagaron de golpe, llevándose la veneración. Los sobres del ungüento del amor, del zorrillo y otros productos desaparecieron a los ojos de Sariel, el olor a incienso le picó en la consciencia. El humo se llevaba los rezos escondidos de la anciana. Podía escucharlos, sigilosos, entremezcla pagana y religiosa que se unía al cielo.
Una mujer joven aguardaba en un rincón. Morena, exquisita. Especial. La astucia refulgiendo en sus ojos, vileza detectable a distancia.
Sariel mostró sus afilados incisivos, abrazando a Merlina, la fiera protegiendo a su cría.
—Dame a mi hija, nahual.
Sariel no comprendió el adjetivo, y mucho menos la maternidad sorpresiva. Las brujas tenían modos extraños de presentarse.
—El padre no tiene nombre pronunciable —la mujer se les acercó con cautela felina, sintiendo el olor de Sariel en la atmósfera, el perfume que pocas personas podían reconocer, partículas destiladas en aquellos organismos mágicos.
Merlina quería llorar, arrancarse a correr, decirle a Sariel que se arrepentía y que no había mejor lugar en la ciudad que aquella lavandería con olor a suavizante donde se habían conocido.
La anciana derramó una lágrima que sólo la niña pudo ver. La habían engañado.
Sariel recibió una embestida de plegarias inconexas, la mujer estaba decidida a arrebatarle a su Merlina. A su única compañía, a su amante.
Se distrajo.
Y las uñas de la mujer trazaron pequeños surcos en el rostro de Sariel, veloces aún para él, impulsadas por una fuerza que escapaba a sus conocimientos.
«Yo por ti me moriría de nuevo», pensó.
Surgió la bestia contenida en él, buscando el daño preciso, el frágil hilo de la vida que pudiera romperse. Por que la bruja, después de todo, tenía la sangre caliente. Y cada gota ácida que cayó sobre su cuerpo le llenaba de confusión.
Comprendió que Merlina observaba a la creatura que en realidad era Sariel.
Pero lo hacía por ella.
Y la afilada dentadura encontró el cuello, desgarrando la piel, llenando su boca con sangre hechizada, saturada con sabiduría obscura, antigua.
La separó de él.
—Tu y yo somos de la misma especie —la mujer habló sofocándose, mezclando sus lágrimas con su propia sangre—. La niña te traerá problemas.
«No importa», pensó Sariel. Hundió su delgado brazo en un costado de la mujer, percibiendo su dolor, su extinción ingrata. Tomó el negro corazón que se convirtió en arena.
El resto de su cuerpo se marchitaba lentamente, contrayéndose en una combustión invisible propia de aquellos que poblaban la noche.
Sariel lloraba. No sería inocente a los ojos de su Merlina
«Yo por ti me moriría de nuevo», la besó en la frente.
Para ella Sariel siempre sería inocente. Por que los niños siempre buscaban un refugio, un amigo imaginario que los protegiera, que los escuchara. Merlina tenía mucha suerte, Sariel era real. Tomó del suelo una baraja de lotería. El Diablito bailaba gozoso en aquel rectángulo de cartón. Sariel era parte de una lotería obscura que se abría paso en tierra extraña. Sonrió.
La calma.
Aquellos seres nocturnos no existían. No en este mundo. No al que alguna vez Merlina había pertenecido.
La anciana abrazó a Merlina y la santiguó con una fe envidiable. Descolgó de su estantería un pequeño amuleto, una semilla redonda, obscura, un ojo de venado. Lo colgó alrededor del pequeño cuello. Ahora Merlina estaría más protegida que nunca.
—¿Quién es Merlina? —preguntó Sariel a la anciana.
—Tu corazón —la anciana le acarició las heridas que de inmediato sanaron.
Había cosas en el mundo que se podían curar.
Los vio alejarse.
—¿Y tú que eres? —Merlina preguntó mientras descansaba su cabecita en el hombro de Sariel
Él no contestó. No lo haría.
Sariel la cargó de camino a su refugio. Y por primera y única vez le leyó un sueño, mismo que guardaría como un preciado tesoro.
Merlina durmió hasta muy tarde al día siguiente, sujetando con firmeza el ojo de venado sobre su pecho. Al despertar, observó a Sariel en su trance, y recordó lo que él le había dicho en sueños:
«Aquí es la encrucijada, Merlina. Soy parte de ti, y te protegeré hasta que crezcas, hasta que llegue el punto en el que comprendamos tu verdadera misión en este mundo cambiante. Podrás contarle a la gente sobre nuestras experiencias, lo contarás cuando seas una verdadera bruja, pero mientras descansa, soy solo un demonio que desplaza leyendas que poco a poco mueren, y créeme que no es nada fácil llevar esta carga...
«Te amo.»
Merlina abrazó a su vampiro, esperando pacientemente hasta que el crepúsculo los reuniera de nuevo.

Nosferatu




Es el tiempo, la hora. Ha de repetirse el eco de nuestros pasos en cada escalón y en cada uno de los muros, lo mismo nuestras sombras; ampliadas quizás por el temor que sientes de estar envuelta en este manto de noche; conmigo. Sin embargo no debieras temer, en muchas cosas somos iguales. También yo te temo. También yo te sueño. A mi también me gusta la nieve, me trae recuerdos.Dicen que nieva porque alguien te quiere; es agradable pensar en ello. Suponer que alguien habrá de extrañarte apenas te llenes de ese aroma que deja la muerte; impregnando de él toda tu alcoba, tu cama, tu miedo; tu camisón. Lo siento. No era mi intención asustarte. Se trataba sólo de hacer conversación, de mostrarte que no somos tan distintos; que respiramos el mismo aire que mueve las cortinas, que nuestra sangre es vino lo mismo que la del creador; que ambos aborrecemos la luz porque esta sólo nos muestra los defectos de la gente a la que queremos.

¿Opinas distinto?, anda, dilo; piensas que soy un monstruo porque me sientes detrás tuyo sin ver mi reflejo, porque volteas y ya no me encuentras; porque mi sombra se escabulle entre tus pensamientos. No temas; tus axiomas están salvos conmigo.Está bien que no creas en mí, en cierta forma te lo agradezco. No, no hace falta usar antifaces aquí. Tampoco sirve de nada creer en mitos.De nada puede servirte una cruz si no crees en ella. Créeme, yo tengo una que nunca hace caso; no, no es que sea muy devoto, o quizás sí; le tengo devoción a tus ojos. No los cierres, no te escondas en un suspiro. Deja calmar el temblor de tus labios; eso, quita los dedos y déjalos hacer lo que saben; entrégate toda.
No tengas reservas de lo que eres y lo que soy, eso ya no importa. Anda; ven, acuéstate. Puedes prescindir de las sábanas y los edredones; no harán falta. El frío lo podrás controlar con el pensamiento; también al viento, a los lobos, a las ratas. Oh, olvidé tu aversión por los roedores. No importa, habrás de ver lo buenos que son como sirvientes, la lealtad que te tienen mientras duermes, lo cariñosos que son.
Eso, deja a los dedos sentir los trazos que hay en la tela. Siente la piel que se dilata en tu pecho, el rostro que sonrojas, el latir de tu corazón. Tienes que recordar que la sangre es vida y la vida lo es todo. Eso, aférrate a ella. Respira.
Drena tu pasión por heridas gemelas.Abrázame.
Créeme que nada he visto más hermoso que tu rostro, que nada es más grato que esa expresión de labios entreabiertos. Me dejarás robarte un beso; recorrer de una caricia tu cuerpo, enredarme en tus piernas. Sentir como correspondes a mi cariño. Te quiero.
Por supuesto sabes lo que eso significa.
Sin embargo has arrancado la cruz de tu cuello, has cambiado.
Te paseas de noche por el castillo mirando a ningún lado, duermes de día; a tu nana la has obligado a tener las cortinas cerradas, a vestirte de negro. «Ave María, mi niña», la señal de la cruz en su pecho, «pasó el muerto».
Sonríes.
Pero tu sonrisa ya no es inmaculada; tampoco tu rostro, tampoco tus piernas, tampoco tu sangre. Has estado bebiendo del láudano. Has estado jodiendo con los gitanos. ¿Qué te pasó?, ¿Por qué no eres más ese ángel que eras?, ¿Qué te hice por dios?, por el mismo dios que nos ha condenado, maldita sea mi sangre y maldita mi especie.
Ríes. Risa de puta.
Abres las piernas para ofrecerme consuelo.
Pero qué consuelo puedes darme.
—¿Ya no me quieres?
Los colmillos azuzados más allá de los labios.
Los párpados exangües de desvelo.
—No, ya no te quiero.
—Pues entonces mátame.
—No puedo, eres inmortal… eres hija mía y de la noche.
—Soy la puta del diablo.
—Eres lo que quieres ser.
—Te odio.
—Y yo te amo.
Luego son tablas. Ni tu ni yo.
Ninguno de los dos habrá de sobrevivir al otro.
—Me gustabas más antes, antes de esta hambre y de la lujuria. Cuando sólo venías en sueños y no te atrevías a hacerme el amor, cuando te temblaban los dedos antes de acariciarme.¡Demonio!,¡Nosferatu!
—Eso soy.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Las leyes de los vampiros

LAS LEYES DE LOS VAMPIROS

Tal como fueron reveladas a Armand por Santino

PRIMERA

Que cada aquelarre debe tener su líder y sólo él podría ordenar la operación del "Oscuro Truco" sobre un mortal, viendo que los métodos y los rituales fuera apropiadamente observados.

SEGUNDA

Que los Dones Oscuros no deben entregarse nunca a tullidos, lisiados o a niños, o a aquéllos que no puedan, incluso con los Poderes Oscuros, sobrevivir por sí mismos. Que se entienda también que todos aquellos mortales que reciban los Dones Oscuros deberían ser hermosos en persona para que así el insulto que se hace a Dios sea mayor cuando se lleve a cabo el "Truco".

TERCERA

Que nunca debe un vampiro viejo realizar esta magia por miedo de que la sangre del novato sea demasiado fuerte. Puesto que todos nuestros dones incrementan de forma natural con la edad, y los ancianos tienen demasiada fuerza para transmitirla. Heridas, quemaduras – estas catástrofes, si no destruyen a la Criatura de Satán, sólo incrementarán sus poderes cuando se cure. Y sin embargo Satán guarda al rebaño de los poderes de los ancianos, puesto que casi todos, sin excepción, se vuelven locos.

A este particular, que Armand observe que no había vampiro que viviera entonces y que fuera mayor de 300 años. Ninguno vivía entonces que pudiera recordar el primer aquelarre romano. El diablo llama frecuentemente a sus vampiros a casa.

Pero que Armand comprenda aquí también que el efecto del "Oscuro Truco" es impredecible, incluso cuando se transmite por parte del vampiro muy joven y con todo el debido cuidado. Por razones que nadie sabe, algunos mortales, cuando nacen a las Tinieblas, llegan a ser tan poderosos como Titanes, mientras que otros pueden ser no más que cadáveres que se mueven. Es por eso que los mortales deben elegirse con habilidad. Debería evitarse a aquéllos con gran pasión e indomable voluntad, así como a los que carezcan de tales por completo.

CUARTA

Que un vampiro jamás puede destruir a otro vampiro, excepto el maestro del aquelarre, que tiene poder sobre la vida y la muerte de su grey. Y es su deber además el conducir a los ancianos y a los locos al fuego cuando no puedan seguir sirviendo a Satán como deberían. Es su obligación destruir a todos los vampiros que no hayan sido debidamente "hechos". Es su obligación destruir a aquéllos que estén heridos de tanta gravedad que no puedan sobrevivir por sí mismos. Y finalmente es su obligación el buscar la destrucción de todos los proscritos y todos aquéllos que hayan violado estas leyes.

QUINTA

Que ningún vampiro revelará jamás su verdadera naturaleza a un mortal y dejará al mortal que viva. Ningún vampiro debe revelar jamás la historia de los vampiros a un mortal y dejarle vivir. Ningún vampiro debe poner por escrito la historia de los vampiros ni ningún verdadero conocimiento de los vampiros por miedo a que dicha historia sea encontrada por los mortales y la crean. Y el nombre de un vampiro no debe ser conocido jamás por los mortales, excepto de su lápida, y jamás debe ningún vampiro revelar a los mortales la ubicación de su guarida o la de otros vampiros.

Vampiros en el folklore europeo

Los vampíros existen en el folklore de diferentes culturas del mundo desde hace cientos de años, en China son monstruos de piel verde y cabello rosado y brillantes ojos rojos, en Grecia, mujeres cuya parte inferior del cuerpo es una serpiente alada llamadas Lamia; en Japón son los Koomari, La cabeza Penanggalang en Malasia. Estos son tan sólo los diversos 'vampíros' de las culturas orientales, o lo que para estas cultura es un vampíro.

El vampíro al que conocemos e identificamos como tal, tiene sus orígenes en el folklore y misticísmo de Europa del Este, sin embargo, estos mítos fueron influenciados por los mítos chinos y de otras partes de oriente, durante intercambios de materias con ellos, de este modo se propagaron dichos mitos en la cultura de Europa del Este, principalmente en el área correspondiente a los Balcánes en las culturas eslávas y las montañas Carpathian en Hungría y
Transilvania, lo que ahora se conoce como Rumania.

Los pueblos de estas regiones, creían que existían personas maldecidas que, una vez muertos, salían de sus tumbas durante la noche, para alimentarse de sus propios familiares o cualquier transeunte de la localidad, su alimento por supuesto, era la sangre de los vivos.

Para librarse de los vampíros, la gente recurría a todo lo que estuviera a su disposición, se decía que el ajo los auyentaba y por ello colgaban racímos de ajo sobre las puertas, besaban un ajo antes de dormir y colgaban cruces sobre sus cabeceras. También decidían entretenerlos dejando caer sobre sus tumbas puñados de pequeñas semillas, pues se decía que tenían una fasinación por contar objetos, así que pasaban la noche contando las semillas y para cuando terminaban, el sol comenzaba a salir y debían regresar a sus tumbas.

Estos son algunos detalles de manera general en que coinciden los distintos mitos europeos, sin embargo, cada región tiene sus propias formas y variedades de vampíros. En la región de los Eslávos se dá una de las mayores fuentes de mitos sobre los vampíros; ellos categorizaban a un futuro vampíro de acuerdo a ciertas características, por ejemplo, se decía que aquellos nacidos con una membrana o cola, es decir, cualquier deformidad física o bien nacido con un diente,
dado que los recién nacidos no tienen dientes; también aquellos concebidos en determinados días y horas, aquellos que sufrieran una muerte violenta o fueran excomulgados, estaban condenados a ser vampíros y para evitar sus acéchos se les dejaban caer puñados de semillas para entretenerlos contando o bien atravesar el cuerpo con estácas para evitar que salieran de la tumba.

Para destruírlos podían enterrársele estacas en el pecho, decapitarlos y colocar la cabeza entre las piernas, rociar la tumba con agua bendita e incluso exorcismos.

El "Vampíro" más famoso del mundo por obra de la literatura de horror, proviene de Rumania y allí, los mítos son variantes de los vampíros eslovacos, a estos se les llamaba Strigoi, los cuales se dividían en 2 tipos, los Vii y los Mort, los Vii eran brujas y hechiceros que eran capaces de separar sus almas de su cuerpos para encontrarse con las almas de otros Vii o Mort, algo similar al pandemonium de las brujas inglésas. Al morir estás brujas y hechiceros, eran llamados Mort y volvían de la muerte para alimentarse de la sangre de los vivos hasta vaciarlos, eran entonces Vampíros.

Según el mito rumano, una persona se convertiría en vampíro si nacía con alguna deformidad física, si había sido mordido por un vampíro hasta casi vaciarlo de sangre, al morir se transformaría en uno de ellos, los que habían sido maldecidos por uno y aquellos que jugaban con la magia negra corrían el riesgo de ser un vampíro al morir, igualmente aquellos que sufrieran de una muerte no natural, serían vampiros.

Una de las formas que se tenían para detectar a los vampíros en la antigua Transilvania y sus alrededores más cercanos, antes de que estos despertaran y atacaran a la población, era llevar un caballo previamente bendecido por el sacerdote local, al cementerio y allí hacerlo pasar por sobre las tumbas, aquella tumba por la que el caballo se rehusara a pasar era donde descansaba un vampíro y procedían a enterrar una enorme estaca de madera en la tumba, en el área donde se
intuyera estaba el pecho o el cuello.


Vampiros Eslavos

El pueblo eslavo incluye a la mayoría de los europeos del este de Rusia a Bulgaria, Serbia a Polonia tienen el folklore y leyendas de vampiros más ricas del mundo. Los eslavos vinieron del norte del Mar Negro y estaban muy asociados con los Iraníes. Antes del siglo VIII DC migraron al norte y al oeste, a donde están ahora. La Cristianización empezó casi cuando llegaron a sus nuevas tierras. Pero a través del siglo IX y X la Iglesia Ortodoxa oriental y la Iglesia Católica Apostólica Romana luchaban entre ellas por la supremacía. Formalmente se separaron en el año 1054 dC, y los búlgaros, rusos y serbios quedaron como ortodoxos, mientras que los polacos, checos y croatas se hicieron católicos. Esta separación causó una gran diferencia en
la cultura vampírica – la Iglesia Católica creía que los cuerpos que no se corrompían eran santos, mientras los ortodoxos creían que eran vampiros.

El origen de los mitos vampíricos eslavos se desarrolló en el siglo IX como resultado del conflicto entre el paganismo pre-cristiano y el cristianismo. El cristianismo venció, quedando los vampiros y otras creencias paganas sobreviviendo en el folklore.

Algunas causas para el vampirismo: nacer con una membrana sobre la cabeza, dientes, o cola, ser concebido en ciertos días, una muerte irregular, excomulgación, rituales funerarios mal hechos, etc. Algunas de las medidas preventivas: poner un crucifijo sobre el ataúd, o bloquear el mentón para prevenir que el cuerpo comiera la mortaja, clavar la ropa a las paredes del ataúd por los mismos motivos, poner ciertos granos o semillas en la tumba porque los vampiros tenían una fascinación con contar, o perforar el cuerpo con espinas o estacas.

Algunas pruebas de que un vampiro estaba rondando la vecindad: Muerte de ganado bovino, ovino, muerte de parientes, vecinos, cuerpos exhumados que estaban en un estado como de vida con crecimiento de las uñas o el pelo, o si el cuerpo estaba hinchado como un tambor, o si había sangre en la boca y el cuerpo tenía una complexión saludable.

Los vampiros podían ser destruidos con estacas, la decapitación (los Kashubs ponían la cabeza entre los pies), fuego, repitiendo el servicio funerario, agua bendita sobre la tumba o exorcismo.

Rumania

Rumania está rodeada por países eslavos, lo que hace que no sea sorprendente que sus vampiros son variantes del vampiro eslavo. Se los llama Strigoi, basado en el término romano strix para búho, que también pasó a significar demonio o bruja.

Hay diferentes tipos de Strigoi: los Strigoi Vii son brijas vivas que se volverán vampiros al morir. Pueden hacer que sus almas salgan de noche para encontrarse con otras brujas o con Strigoi Mort que son vampiros muertos. Los Strigoi Mort son los cuerpos reanimados que vuelven para beber la sangre de familiares, ganado y vecinos.

Una persona nacida con una membrana, una cola o fuera de matrimonio, o alguien que muriera de forma no natural, o muriera antes de ser bautizado, estaba condenado a volverse un vampiro.
También lo estaba el séptimo hijo del mismo sexo en una familia, el hijo de una mujer embarazada que no comía sal o cuidada por un vampiro, o bruja. Y naturalmente, ser mordido por el vampiro, significaba la certera condenación a una existencia vampírica tras la muerte.

El Vircolac a quien a veces se menciona en el folklore estaba más cercanamente relacionado a un lobo mitológico que podía devorar el sol y la luna y luego fue conectado más con los hombres lobos que con los vampiros. La persona afectada de licantropía podía convertirse en perro, cerdo o lobo.

El vampiro usualmente recién era detectado cuando atacaba a su familia o ganado, o lanzaba cosas alrededor de la casa. Se creía que los vampiros, al igual que las brujas, eran muy activos durante la víspera del Día de San Jorge (22 de abril en el calendario Juliano, 4 de mayo en el Gregoriano), la noche en se suponía que todas las formas de mal circulaban al máximo. El día de San Jorge aun se celebra en Europa.

Se podía descubrir a un vampiro en su tumba buscando de agujeros en la tierra, un cadáver no descompuesto con una cara roja, o que tuviera un pie en la esquina del ataúd. A los vampiros vivos se los desenmascaraba distribuyendo ajo en la iglesia, y fijándose en quién no lo comía.

Se abrían frecuentemente las tumbas tres años después de la muerte de un niño, cinco después de la muerte de un joven o siete años después de la muerte de un adulto para descubrir el vampirismo.

Algunas medidas para prevenir que una persona se convirtiera en vampiro: quitar la membrana del recién nacido y destruirla antes de que el bebé pudiera comerse nada de ella, la preparación cuidadosa de los cuerpos muertos, incluyendo la prevención de que animales pasaran por arriba del cuerpo, poner una rama espinosa de rosa salvaje en la tumba, y poner ajo en las ventanas y frotarlo en el ganado, especialmente en los días de San Jorge y San Andrés.

Para destruir a un vampiro, se atravesaba el cuerpo con una estaca, y luego se lo decapitaba, para después ponerle ajo en la boca. En el siglo XIX la gente disparaba una bala a través del ataúd. En casos de resistencia, el cuerpo era descuartizado y se quemaban los pedazos, se los mezclaba con agua, y se los daba a los miembros de la familia como cura.

Los Gitanos y los vampiros

Incluso hoy en día, los gitanos aparecen frecuentemente en la literatura y cine vampírico, sin duda debido a la influencia del libro “Drácula” de Bram Stoker, en donde los gitanos Szgany servían a Drácula, transportaban sus cajas de tierra y lo cuidaban.

En realidad, los gitanos se originaron como tribus nómadas en el norte de India, pero obtuvieron su nombre de la antigua creencia de que venían de Egipto. Para el año 1000 dC comenzaron a esparcirse hacia el oeste y se establecieron en Turquía por un tiempo, incorporando muchas palabras turcas a su idioma Romany.

Para el siglo XIV estaban en los Balcanes, y dos siglos después ya se habían esparcido por toda Europa. Los gitanos llegaron a Rumania poco tiempo antes del nacimiento de Vlad Drácula en 1431.

Su religión es compleja y varía entre las tribus, pero tienen un dios llamado O Del, además del concepto de las fuerzas del Bien y el Mal y una fuerte relación y lealtad a los parientes muertos. Creían que el alma del muerto entraba en un mundo similar al nuestro, excepto que allí no hay muerte. El alma se quedaba cerca del cuerpo y a veces quería regresar. Los mitos gitanos de los muertos vivos se agregaron y enriquecieron la mitología vampírica de Hungría, Rumania y los países eslavos.

El antiguo hogar de los gitanos, la India, tuene muchas figuras vampíricas míticas. El Bhuta es el alma de un hombre que muere antes de su tiempo. Merodeaba animando cuerpos muertos de noche y atacaba a los vivos como un ghoul. En el norte de la India se podía encontrar al brahmaparusha, una criatura cuasi-vampírica con un cuerpo rodeado de intestinos y una calavera de la que bebía sangre.

El vampiro Indio más famoso es Kali que tenía colmillos, usaba un collar de cadáveres o calaveras y tenía cuatro brazos. Sus templos se hallaban cerca de los crematorios. Ella y la diosa Durga combatieron al demonio Raktabija que podía reproducirse a si mismo de cada gota de sangre derramada. Kali bebió toda su sangre para que nada se derramara, y así ganó la batalla y mató a Raktabija.

Sara o la Diosa Negra es la forma en que Kali sobrevivió entre los gitanos. Ellos creen que las tres Marías del Nuevo Testamento fueron a Francia y bautizaron a una gitana llamada Sara. Aun tienen una ceremonia cada 24 de Mayo en la aldea francesa donde se supone que esto sucedió. Un vampiro gitano se llamaba mullo (uno que murió). Se creía que este vampiro regresaba para hacer cosas maliciosas y /o beber la sangre de una persona (usualmente un pariente que había causado su muerte, o no había hecho bien la ceremonia funeraria, o que conservaba las posesiones del muerto en lugar de destruirlas como era apropiado.)

Las vampiras podían volver y tener una vida normal e incluso casarse, pero dejaban a sus esposos exhaustos. Se creía que cualquiera que tuviera apariencia horrible, le faltara un dedo, o tenía apéndices animales, etc. era vampiro. Incluso las plantas o los perros, los gatos o los animales de la granja podían convertirse en vampiros. Las calabazas o los melones que se mantenían demasiado en la casa comenzaban a moverse, hacer ruidos o a mostrar sangre.

Para librarse de un vampiro, la gente contrataba a un dhampiro (el hijo de un vampiro y su viuda)para que detectara al vampiro. Para alejar a los vampiros, los gitanos clavaban clavos de acero o hierro en el corazón del cadáver y ponían pedazos de acero en su boca, sobre los ojos y oídos y entre los dedos en el momento del entierro. También ponían madera espinosa en la media del cadáver o clavaban una estaca de madera espinosa a través de las piernas. Otras medidas eran clavar estacas en la tumba, dejar caer agua hirviendo sobre ella, decapitar al cadáver, o
quemarlo.

A pesar de la disrupción de las vidas de los gitanos por los varios regímenes comunistas de Europa oriental, ellos retienen aun mucho de su cultura. En 1992 un nuevo rey de los gitanos fue elegido en Bistritz, Rumania.

Vampiros en el mundo




Vampiros en Europa:

*GÜAXAS Y SACAUNTOS: provenientes de Asturias y Cantabria respectivamente. En España la creencia de que seres que habian muerto revivian es muy antigua.

*MULO: tambien llamado "vampiro gitano" significa "el que esta muerto" y proviene de la fusion de antiquisimas tradiciones de los paises del Este. Suelen realizar acciones de tipo sexual y solo es posible la conversion en Mulo si se es de etnia gitana.

*VURDALAK: reune un conglomerado de caracteristicas de seres fantasticos procedentes del Peloponeso. Al igual que el vampiro Rumano puede ascender al cielo y engullir la Luna causando entonces los eclipses. Posee el color de la sangre y aspecto congestionado asi como piel tirante al igual que el vampiro griego. Una caracteristica que lo hace especialmente terrorifico es su aficion a atacar a los parientes mas cercanos y queridos. La mejor forma de neutralizarlo es introduciendo en su ombligo una rama de espino quemando despues su cuerpo, previamente recubierto
de rastrojos, con una vela utilizada para velar a un muerto.

*STRIGES: Hermosas mujeres vampiro de cuya existencia se creia en la antigua Roma. Eran criaturas voladoras de las que se creia que entraban por la noche en las cunas de los recien nacidos para arrancarles el corazon con su pico.

*STRIGOI: vampiro procedente de Rumania. Su nombre deriva de striga, 'gritar' debido a los chillidos que se oyen cuando luchan entre si. Los strigoi pueden nacer a si o haberse convertido una vez muertos. Los nacidos tienen dos corazones y una cola recubierta de pelo que les confiere fuerza. Los que proceden de una muerte son mucho mas sadicos y maleficos, ademas pueden convertirse en insectos o seres de la noche con asombrosa facilidad.

*LEMURES: Tambien tuvieron su principio en la antigua Roma. Se creia que eran espiritus de los antepasados que podian haberse convertido en vampiros y a los que solo se les podia apaciguar con complicados rituales.

Vampiros en Asia:

*EKIMMU: Procedente de la region de Babilonia, eran espectros que al no encontrar descanso se dedicabana adueñarse de las almas de los vivos. A los que vivian en el desierto se les llamaba Utuhhu y poseian la habilidad de camuflarse entre las dunas para atacar a los hombres. Otra variedad de estos eran los Maskin, que poseian la habilidad de volar y podian provocar eclipses.

*LILITH: demonio femenino de los hebreos que bebe sangre de los recien nacidos.

*CH'IANG SHIH: vampiro de origen chino que adquiere forma humana gracias a un cadaver. Realiza bellos vuelos por la noche y recibe su fuerza de la Luna. Tiene una larga melena de pelo, ojos de un curioso brillo y unas uñas muy largas.

*RAKSHASA: vampiro procedente de la India. Es un ente semidivino que encarna las pasiones extremas (lujuria, glotoneria, y violencia). Son aficionados a realizar rituales canibales pero apesar de su desmesurado sadismo y crueldad se presentan entre ellos cierto respeto y afecto. Ultilizan la magia con gran maestria y pueden transformarse a voluntad.

*RATI-MBATI-NDUA: se trata en realidad de una entidad divina procedente de Indonesia. Posee la capacidad de transformarse en cualquier cosa y le gusta devorar a los muertos con su unico diente. Posee alas en vez de brazos y adquiere la forma de un meteorito llamante cuando surca el cielo.

Vampiros en America:

Resulta curioso el gran parecido entre el mito del vampiro en Europa y America siendo dos continentes que estuvieron completamente aislados hasta finales del siglo XV, es precisamente en este hecho en lo que muchos han visto una prueba de la existencia real de los vampiros.

Se sabe que los propios indios americanos desarrollaron actividades de indole vampirica. Algunos indios comian ciertas partes de la anatomia de los enemigos, ya estuvieran vivos o muertos. Creian que si comian el corazon adquirian coraje y si se comian el cerebro inteligencia.

La leyenda del chupador de sangre en america adoptaba las siguientes formas:

*ASEMA: de Sudamerica, era una especie de hechizero que podia abandonar su cuerpo por las noches para alimentarse de otros.

*CIHUATETEO: vampiro femenino cuyo origen esta en la civilizacion Azteca. Se creia que una mujer se convertia en el cuando moria durante el parto. Presenta similitudes con las Lamias de la civilizacion romana.

*THLUELPUCHI: tambien procedente de Mexico. Podia transformarse para atacar y alimentarse de otros.

En cuanto a Norteamerica, no se puede decir que los primeros habitantes de esas tierras tuvieran entre sus leyendas la concepcion de vampiro que tenemos. Se podria decir que el mito del vampiro llegó a esa zona del continente americano a traves de los primeros colonos.

Vampiros en Africa:

*APOOP: vampiro egipcio hibrido entre animal. Poseia una cabeza de lobo o perro y unos afilados colmillos para engullir cadaveres humanos.

*GULO: vampiro Islamico que presenta grandes diferencia con los vampiros de tradicion cristiana. Es un ser de apariencia normal para pasar inadvertido, que se mueve entre el cielo y la tierra y que no posee fotofobia. Solian habitar en los cementerios y eran aficionados a la necrofagia. Se les puede combatir con fuego.

*LAMIAS: criaturas de sexo femenino mezcla de mujer y serpiente que habitaban en los desiertos. No poseian habla pero podian emitir unos bonitos silvidos que atraian a los viajeros que posteriormente engullian.

Susperticiones en torno a los vampiros

Supersticiones en Torno a los Vampiros
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Elizabeth Bathory –conocida como La Condesa Sangrienta– era la esposa de un conde que siempre estaba ausente debido a su intervención en sucesivas guerras. Como la condesa se aburría de esta forma de vida, y de la eterna espera, comenzó a estudiar Magia Negra. Este aprendizaje la condujo a siniestros experimentos que luego explicaremos.

Cuando el primo de la condesa registró la ausencia de un número considerable de mujeres, sospechó de las extrañas conductas de Elizabeth y envió un escuadrón de soldados para capturarla.

Probada su culpabilidad, Elizabeth ahorró la ejecución por tener sangre real, pero fue condenada a vivir el resto de su vida encerrada en una torre, con las puertas y ventanas cerradas. Sus cómplices fueron todos ejecutados.

La historia de Bathory nutrió numerosas leyendas sobre el vampirismo e inspiró a varios escritores. El elevado nivel de sadismo de la condesa, sumado a la pobreza y al analfabetismo de la población de aquellos tiempos, contribuyeron a la proliferación de las supersticiones acerca de los vampiros y del hombre lobo en Europa Oriental y Meridional.

Elizabeth Barthory

Elizabeth Bathory en su baño de sangre


La creencia en los "Vrykolakas" (nombre eslavo asignado a los “hombres lobo”) y la superstición de los vampiros son dos mitos entroncados e indisociables.

La palabra “vampiro” se acuñó recién hacia el año 1726, luego de una tremenda plaga de murciélagos. Primero fue creada en alemán, Vanpir, tal como revela un informe acerca de un caso de “vampirismo”. Este vocablo derivó luego en el francés “vampyre”, hacia 1732. Finalmente nació la palabra inglesa “vampire”.

Los intelectuales y racionalistastas del siglo XVIII –también llamado el Siglo de las Luces– se esmeraron por destruir supercherías y creencias infundadas. Los eruditos, los doctores, los filósofos y los miembros de la Iglesia cuestionaron la existencia de “cómplices” del Diablo.

Un monje benedictino francés conocido como Calmet publicó una obra donde cuestionó la verdad de los vampiros. Pero tanta atención brindada a estos seres fabulosos sólo promovió el fanatismo exacerbado: muchas personas de los países europeos subdesarrollados comenzaron a usar las cejas juntas –para imitar el rostro de los vampiros– y también dejaron cabello en el dorso de sus palmas.

Para atrapar vampiros se utilizaban vírgenes montadas sobre caballos pura sangre (totalmente blancos o absolutamente negros) para hacer de señuelos. También se creía que el caballo comenzaría a relinchar y a alzarse cuando estuviera de pie sobre la tumba de un vampiro.

Otras supercherías indican que la cruza de un vampiro con un mortal podía engendrar nuevos vampiros. La gente comenzó, entonces, a tomar precauciones especiales, tales como colocar un clavo de hierro en la frente de un cadáver, untar su cuerpo con grasa de cerdo o colocar una cabeza de ajo dentro de su boca.

Historia de vampiros II

Historia de Vampiros Parte II
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VAMPIRISMO DURANTE EL RENACIMIENTO

El fenómeno del vampirismo continuó en boga durante el Renacimiento, aunque de manera esporádica. Y se reactivó notablemente a partir del siglo XIV durante las pestes que asolaron las regiones centrales de Europa, como Prusia, Silesia y Bohemia.

Incluso llegó a interpretarse que la peste bubónica era causada por los vampiros, y el pánico de la infección condujo a gente a la enterrar a sus cadáveres sin siquiera verificar que fueran verdaderamente difuntos...

Fue por entonces que comenzó a pensarse que los vampiros se levantaban de sus sepulcros: eran personas vivas que, al salir de sus tumbas, eran interceptadas por vampiros que le infligían heridas y los transformaban en uno más del grupo.

A mediados del siglo XV, el vampirismo volvió a tomar la delantera en temas supersticiosos gracias a la publicación de un ensayo de Frenchman Gilles de Rais. Más tarde, un miembro del batallón de Juana de Arco se fugó hacia las tierras del sudoeste de Francia para buscar el secreto de la “piedra filosofal” en la sangre. Guiado por esta búsqueda, asesinó entre 200 y 300 niños, torturándolos de forma siniestra, para utilizar su sangre durante los experimentos.

Historia de Vampiros Parte II
Historia de Vampiros Parte II

LA APARICIÓN DEL MÍTICO DRÁCULA

Más tarde, durante el siglo XIX, Joris-Karl Huysmans se autocalificó como un vampiro auténtico en su novela La-Bas. También en esta época otra figura histórica llegó a ser asociada con el vampirismo: su nombre era Vlad Tepes Dracula, príncipe de Wallachia, un reino antiguo que ahora es parte de Rumania. Cabe mencionar que el apellido “Drácula” significa “dragón”

Cuatro siglos más adelante, Bram Stoker escribiría la célebre novela Drácula, que durante siglos nos otorgaría el estereotipo del vampiro clásico.

Aunque nunca desapareció totalmente, el auge del vampirismo disminuyó entre los siglos XV y XVII. Sin embargo, hacia 1611, la supersticiosa tierra de Hungría vio nacer las macabras ocurrencias de la condesa Erzsebet Bathory (Elizabeth Bathory, más conocida como la "Condesa Sangrienta").

Esta aristócrata húngara fue acusada de secuestrar y torturar a numerosas jóvenes muchachas hasta su muerte con el objetivo de bañarse y de beber su sangre. Creía que, de esta manera, preservaría su juventud y su belleza.

Historias de vampiros I

Historia de Vampiros
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¿Cómo se inició la mitología de los vampiros? ¿En qué momento se acuñó la significación del nombre de este ser fabuloso? ¿Qué creencias provienen de supersticiones folclóricas y cuáles de interpretaciones religiosas? Y por último: ¿cómo fue progresando la leyenda de los vampiros a lo largo de los siglos? Aquí indagaremos las fuentes culturales y bibliográficas que tiñeron una de las historias más apasionantes de la literatura fantástica y la historia de los cultos.

EL ORIGEN FUE PERSIA

Desde el principio de los tiempos, las leyendas de vampiros se extendieron por la faz de la tierra... Pero su señal distintiva no es comparable a la de otros monstruos extraordinarios. Desde la Grecia Clásica hasta nuestros días se conoce la leyenda nacida en la antigua Persia: el registro más antiguo que documenta la existencia de los vampiros es un vaso con el dibujo de un hombre luchando contra una extraña criatura que intenta succionar su sangre.

Historia de Vampiros

Lilith
Lilith

Más tarde, los mitos babilónicos incorporaron una extraña deidad que se alimentaba bebiendo la sangre de los niños: su nombre es Lilitu o "Lilith".

De acuerdo con los textos hebreos, Lilith fue la primera mujer de Adán, a diferencia de lo manifestado en el Antiguo Testamento bíblico. Debido a su torpeza sexual, abandonó a su marido y se transformó en la Reina de los Demonios y de los espíritus malvados.

En China, durante el siglo VI A.C. se encontraron resonancias de la tradición cultural persa y hebrea. Los mismos antecedentes fueron hallados por antropólogos en India, Malasia, Polinesia, las tierras aztecas de México y la zona de Eskimos.

¿DIOSES O VAMPIROS?

De acuerdo con la mitología azteca, la ofrenda de sangre de jóvenes víctimas a los dioses garantizaba la fertilidad de la Tierra. Pero, aunque éste sea otro antecedente, las clásicas historias de vampiros se originaron en el seno de la civilización europea... Los antiguos griegos comenzaron su gesta.

Existen numerosos dioses bebedores de sangre en la mitología griega y romana, conocidos como Lamiae, Empusae y Striges. Sus nombres fueron históricamente vinculados con el de brujas, demonios y vampiros. Pero estos vampiros, aunque bebían sangre humana, eran sólo deidades y no “muertos vivos”. Se trataba de divinidades capaces de adquirir apariencia humana para poder seducir a sus víctimas.

Con el paso del tiempo y el aumento de popularidad del Cristianismo, el valor simbólico de la sangre se incrementó. La comunión del Espíritu Santo, que incluye beber el vino –símbolo de la sangre de Cristo– y comer el pan –alegoría de su cuerpo– hizo cobrar incomparable relevancia a este fluido vital. Además, durante el siglo XI las brujas y los médicos prescribían sangre de vírgenes para curar enfermedades.

Varias menciones a la presencia de vampiros pueden encontrarse en libros como El diccionario diabólico, escrito por el obispo de Cahors, en El Nugis Curialium, de Walter Map, y en la Historia Rerum Anglicarum, de William de Newburgh.

viernes, 2 de mayo de 2008

Vampiros (cuento)

Esa noche caminaba sin saber a donde iba.
Abrazaba su cuerpo con los brazos sintiendo que si los dejaba caer se desarmaría.
Había comprobado que esa pesona por quien ella hubiera dado su vida era un egoísta, ambicioso. Esa misma tarde le había confesado que se casaría con la hija de un alto funcionario que lo ayudaría en su carrera.
Mientras en su cabeza sonaban las palabras de él, trataba de no escucharlo, no quería ese eco en su cabeza. Se obligaba a no sentir sus músculos, a no derramar una lágrima.
Ahora sentía el pecho vacío, su dolor se acrecentaba cada vez más, sentía las palabras de él amontonarse y repetirse como una cinta sin fin.
Perdió noción de cuántas cuadras caminó y donde se encontraba, se detuvo un instante creyendo escuchar pazos detrás de ella, pero no había nadie. Continuó caminando, pero sentía que algo andaba mal, aunque ya nada podía asustarla.
Conforme se alejaba de la zona poblada, el eco de los pazos se hacía más cercano. De pronto sintió que una mano tomaba su hombro, tiraban de su bolso y una punzada dolorosa en la espalda, cayó desplomada al suelo, luego sintió el cuerpo fue golpeado hasta perder la conciencia por completo.

Y yo caminaba por ahí, mi sed advirtió el olor de la sangre aún caliente, un hombre mal vestido se encontraba arrodillado junto a una bolsa vaciaba el contenido. Sentí el rápido látir del corazón, me sentía hambriento y pensé que ése sería mi alimento, no se dio cuenta, pero en segundos estaba bebiendo su sangre, viendo a través de sus ojos como apuñaló y golpeó a aquella pobre chica, con mayor odio bebí su sangre hasta dejarlo sin vida.
Entonces comencé a buscarla, tratando de imaginar si aún seguía con vida. Caminé desesperado hasta que la encontré casi sin vida, era hermosa, tan frágil, no quería que se fuera, no podía dejarla morir, pero tampoco sabía si tenía el derecho de transformarla en un monstruo como yo y condenarla a la eternidad.
La tomé en mis brazos, acaricié su rostro, miré su cuello, preparé mis colmillos, bebí lentamente su sangre, sabía que era peligroso, el pulso era muy débil y me asustaba no sentirlo, pero lo hice, cuando fue necesario tomé una navaja y corté mi muñeca, dejé correr la sangre en su boca, a los segundos abrió los ojos, la acerqué a su boca, bebió mi sangre hasta que retiré la mano.
Entonces me miró, sus hermosos ojos negros. La mirada asustada y aturdida, sin entender qué pasaba.
Caminé con ella hasta mi escondite, una horrible calle destruída. Pasó uno o dos días callada, inmóvil, yo la alimentaba con víctimas que cazaba para ella, aunque tuve que obligarla.
Una semana después se había acostumbrado, pero se negaba